Con el lema: “Acelerar el cambio” se pone de manifiesto la necesidad de aumentar la responsabilidad del uso adecuado y sostenible del vital líquido.
El 22 de marzo de 1993 fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el “Día Mundial del Agua”. El propósito de la conmemoración es concienciar acerca de la crisis mundial del agua y saneamiento.
El acceso al agua potable y saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida. Toda persona tiene derecho a disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible para el consumo, el saneamiento, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica.
En 2015, el mundo se comprometió con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 como parte de la Agenda 2030: la promesa de que todos tendrían agua y saneamiento gestionados de forma segura para 2030.
El agua afecta a todos, por lo que se necesita que todos tomemos medidas.
La UNESCO y ONU-Agua señalan que, en el mundo, 2.000 millones de personas (26%) no disponen de agua potable y 3.600 millones (el 46%) carecen de acceso a un saneamiento gestionado de forma segura.
Por otra parte, entre 2.000 y 3.000 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año, lo que supone graves riesgos para sus medios de subsistencia, en particular la seguridad alimentaria y el acceso a la electricidad.
Advierten que esta escasez se agravará en las próximas décadas, especialmente en las ciudades, si no se impulsa la cooperación internacional en este ámbito.
“Es urgente establecer mecanismos internacionales sólidos para evitar que la crisis mundial del agua se descontrole”, declara Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO.